Ayer
me acerqué a una nube,
tuve miedo de tocarla
me
acerqué muy despacito,
pues
no quise incomodarla.
Me
contó sus sinsabores,
me
habló del sol y del agua,
me
dijo que por las noches
el
sol se transforma en lágrima.
Me
contó que desde el cielo,
al
hombre observan al alba,
y
que en tono muy bajito
le
aconsejan y le hablan.
Allá
piensan que estos hombres
no
saben ni entienden nada,
pues
si en verdad entendieran
no
harían falta las palabras.
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