Prólogo
María
Magdalena Tieghi, cuando escribe lo hace con el corazón, con los sentimientos,
con amor y da la impresión al leer sus libros, que las palabras brotan, surgen
espontáneamente, aparecen como una fuente de inspiración incontenible e
inagotable. Se dirigen al universo al cielo al mas allá. A algo que no tiene
cuerpo, ni nombre, ni apellido que no sabe si es una persona joven o madura;
intuye que es varón pero también podría ser mujer.
Se
dirige a alguien que es imposible individualizar; ponerle nombre y apellido tal
vez nunca existió. Tal vez este entre nosotros, tal vez esté por nacer. Tal vez
no existió nunca.
Pero
los sentimientos que expresa son siempre altruistas. Esos sentimientos están
dirigidos a alguien con el que establece un diálogo idealista de amor, de
ternura, para llevar a cabo una vida llena de placer, de armonía, de ilusiones.
La
longitud de las líneas demuestra una rítmica poética, fluida, agradable, amena,
que emociona al lector y lo impulsa a seguir leyendo de una sola vez, hasta
llegar al final.
Leyendo
toda la obra de Magdalena, sus 7 libros, se advierte que estamos ante una mujer
excepcional, enamorada, profunda y perdidamente enamorada de la vida, de la
naturaleza de los pájaros, de las flores, de las personas, del universo, del
cielo.
Los
poemas como lo dice la autora, “son como las aves, se crean para volar”.
Surgen
desde el alma, desde lo más profundo del ser humano, no para interpelar, sino
para acariciar al ser querido.
Utiliza
la pluma en sustitución de la voz, como herramienta de formación de cultura, de
educación, de los nobles y puros sentimientos del ser humano.
Ojalá
el lector arribe a la misma conclusión.
Dr. Héctor Polino
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